Frase del filósofo romano Séneca (Lucius Annæus Seneca), nacido en Córdoba el año 4 a.c. provincia Hispania (actual España). La frase citada recuerda, en oposición, lo que el científico David Sinclair afirma explicando el Revesterol cuando dice que "la vejez es una enfermedad que muy pronto podrá curarse".
Séneca podría haber vivido más años, pero su antiguo pupilo, el emperador Nerón, lo acusó de conspiración decretando pena de muerte. Séneca no esperaría a cumplirla, así que se abrió las venas de brazos y piernas; pero viendo que la muerte no venía tomó veneno griego (cicuta). Desafortunadamente, su muerte era muy lenta, así que pidió que le ayudaran a entrar en un baño caliente con vapor, el cual afectó su respiración (sufría de asma) y aceleró su final. Séneca vivió 69 años, lo cual era más del doble de la expectativa de vida en su época (30 años). La anterior es una representación del suicidio de Séneca publicada en 1493 en el libro Crónicas de Núremberg.
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